Nadie puede

...yo sí, aveces, gracias.

jueves, marzo 20, 2008

La Doncella



Después de una semana desaparecen los tatuajes de esa inolvidable noche. Tenía tres, dos en el brazo derecho, uno en el izquierdo, este último el más grande Bruce Dickinson, por lo provocador, multiforme, con un color de voz increíble y a pesar de su edad (el humano como de 50 y el moretón de nueve días) es deslumbrante como lolillo. Los del derecho: The Trooper , el más desformado, representó como luché para salvar mi vida en ese momento que sonaba, los fanáticos locos y yo como cuadro de Picasso; con un brazo en el cuello, con un ojo en la frente una pierna en guata. El otro "The color of the Beast", no podía ser otro por el animal que me lo hizo, aunque había retrocedido mucho buscando un pedazo de aire, no me salve del caballazo, aunque siempre supe que me sacarían algunos puntos buenos.
Sanadas hoy mis cuerdas vocales, habían pasado 1 hora y algo de concierto y en Run to the hill ni siquiera podía respirar, pero no importaba ya había coreado el himno con el que recorríamos las lomas con mi prima chica en bicicleta. Pesaba en ella, en su energía, en las epopeyas que tiene esa canción para los que estábamos ahí. Una parecida emoción a la de Fear of the dark , que pensábamos que no sonaría, pero que una amiga que los vio en Colombia nos contó que estaría… ooooOOOOoooooOOOO…. Nuestra canción de cuna con la Coté, mi primita, la de la locura total para Correa mi amigo que llegó a de EEUU y compró la entrada esa misma tarde a los buitres en 70 mil. Y es que esa tarde el sonido y las letras eran más que todo, Eddie nos miraba a todos desde el escenario con esa cara atónita de su versión momificada, ahí en lo más alto de la pirámide, la analogía de su lugar en nuestra mente.
Quienes con las letras de esta doncella conocimos las historias de guerra y guerreros, la de Icaro, del Fantasma de la Opera, el 666 y las que se armaron en nuestras vidas, somos más de los que parece pero menos de lo que sonabamos, Maiden es la incondicional banda de mis rollos internos, el repertorio de mi vida.
Aquella noche éramos todos hijos bautizados, casados, confesados y descomulgados, por el mismo coro. Afortunadamente la secularización de la Iglesia y el estado fue hace algunos siglos y los curitas torturadores observaron, abrazados a una Biblia, como por cuarta vez penetraba Shilito el Ed Force One que
sin duda fue la mejor.





Quien no fue… no lo sabrá.





Inmejorable.